
Volvió a preguntar:
- ¿Hay alguien ahí? pero nadie respondió, y en vez de eso comenzó a sentir frío, y se le empezó a hacer una especie de nudo en el estómago que le impedía si quiera respirar.
Lo que sentía el principito, es lo que nosotros a veces sentimos cuando nos encontramos solos, es decir , la tristeza de no sentirse querido por alguien, el agobio, que te encoge el estómago, la ira, el odio, y las más crueles de todas ellas, que son las que nos hacen sentirnos asquerosos: la envidia, el orgullo y la más letal, la soledad.
Todas ellas iban detrás del principito, el cual intentaba alejarse lo más posible de ellas , pero estas estaban cada vez más y más cerca. En el momento en el que le iban a coger vino la "esperanza", esta le salvó la vida al principito y consiguió escapar. El principito comprendió entonces porque las personas mayores eran como eran, esto es porque han experimentado cada una de estas sensaciones, y han sufrido por ellas hasta tal punto de cambiarles.
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